Alianza Rota, por Marino

Ayer tuve en mis manos a mas de 50 vidas, dificil decisión la de mandar personas, unas muy jóvenes, otras mayores ya apostando por su retiro, al combate.

La maldita RECILA no deja de causar problemas, odio cuando debo manchar mis manos y consciencia de sangre por las ambiciones inescrupulosas de pequeños, pero poderosos grupos de poder. Ayer, no podía sino pensar en cómo desplegar a las compañías de ZR, ArgA y FPL, de forma que se minimizaran las pérdidas de vidas por parte de nuestras fuerzas…

Tener el mando conjunto en una operación de semejante magnitud, realmente no es tarea sencilla… muchos líderes militares ven en los informes de bajas un número, una estadística, yo, aun veo y hasta casi puedo palpar los rostros de mis soldados que horas antes estaban ahí conmigo en formación, unos con rostros de rudeza, como representa la tez de un sargento curtido en combate, otros, con el frívolo rostro del temor, como lo es el de un recluta, que por vez primera verá cara a cara la brutalidad de la que se es capaz de llegar en la esencia más primitiva del ser humano, yo, en ese instante, sin que ellos lo supieran del todo, era el responsable de mandarlos a un camino peligroso que para muchos no tendría retorno.

Con el inicio de las operaciones de vuelo para insertar a los paracaidistas, iniciamos el despliegue militar más complejo en la historia de Zona Roja, 52 almas salían al combate sin saber si volverían a casa, pero con la frente en alto como espartano en las termópilas, siempre firmes para cumplir con su deber.

Fueron transcurriendo las horas y traté de llevar la situación táctica punto a punto de manera rápida, violenta y sorpresiva, como era de esperarse, comenzaban los reportes de bajas, las solicitudes de evaciaciones médicas, llamadas de auxilio por apoyo aéreo, pero este es el coste de la guerra, el coste que todo buen comandante debe estar dispuesto a asumir cuando tratas de colocar la soga al cuello al tirano y este, atendiendo a su natural instinto de supervivencia, responde con violencia, caos y destrucción. Finalmente cumplimos los 8 objetivos con varias bajas que lamentar, pero la muerte de unos pocos, ha representado la salvaguarda de la vida de cientos, tal vez miles, lo que me hace venerar a mis hermanos que hoy disfrutan cerveza en el Valhalla, como lo que son, una banda de héroes anónimos, que ayer lograron dar un día más de paz al mundo.

«Nacemos y morimos como hermanos», honor u gloria a los caidos y laureles de triunfo para los vencedores, que Dios nos perdone por las muertes que procuramos, pero que la providencia nos premie con los galardones del deber cumplido.

Teniente Marino, Comandante de la Fuerza de Tarea, Operación Alianza Rota. Altis, 04 de mayo de 2018